Viajar
miles de kilómetros desde su hogar para entrar a la universidad es la
única forma que tiene Avery Morgansten, de diecinueve años, para poder
escapar de lo que sucedió en la fiesta de Halloween hace cinco años, un
evento que cambió para siempre su vida. Todo lo que ella necesita hacer
es llegar a sus clases a tiempo, asegurarse de que el brazalete en su
muñeca izquierda permanezca en su lugar, y no llamar la atención sobre
sí misma, y quizás —por favor Dios— hacer algunos amigos, porque
seguramente ese sería un cambio de ritmo agradable. Lo único que no
necesitaba y nunca planeó fue llamar la atención del chico que podría
destruir el futuro precario que ha estado construyendo para sí.
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